La verdad sobre Caperucita Roja En la ultima reunión del Comité Internacional en Defensa del Lobo Feroz (C.I.D.L.F.), el profesor Waltz Freedman terminó su alocución con estas estremecedoras palabras: "¿Fue el Lobo Feroz el culpable o lo fue Caperucita?" Efectivamente, la narracion de Perrault se presta a muy diversas interpretaciones. No obstante, hay puntos de acuerdo que son indiscutibles y que pasamos a enumerar: -Caperucita sabia perfectamente que podía encontrarse con el Lobo Feroz. -Caperucita no era ajena al hambre del Lobo. -Si Caperucita hubiera ofrecido al Lobo la cesta de la merienda de su abuelita, muy probablemente no habría ocurrido lo que ocurrió. -El Lobo no ataca inmediatamente a Caperucita sino que al contrario, conversa con ella. -Es Caperucita quien da pistas al Lobo y le señala el camino de la casa de la abuelita. -La abuelita es idiota al confundir a su nieta con el Lobo. -Cuando Caperucita llega y el Lobo está en la cama con la ropa de la abuelita, Caperucita no se alarma. -El hecho de que Caperucita confunda al Lobo con la abuelita, demuestra que la niña iba poquísimo a ver a su abuelita. -El Lobo con esas preguntas tan tontas y directas quiere alertar a Caperucita. -Cuando el Lobo, que ya no sabe que hacer, se come a Caperucita, es porque ya no le quedaba otra solución. -Es posible que, antes de ello, en el bosque o en la cama, Caperucita hiciera el amor con el Lobo. -La versión del cuento según la cual Caperucita, cuando oye la pregunta del Lobo: "¿A dónde vas Caperucita?", y ésta le responde: "A lavarme el chichi a la fuente", cobra cada día mas fuerza. -Es por tanto Caperucita y no el Lobo Feroz, la que provoca los instintos naturales de la pobre fiera. Primero los sexuales y posteriormente los depredadores. -También la madre de Caperucita tuvo mucha culpa al no acompañar a su hija. Estos 14 puntos son, en principio, claros y concisos. Los que se empeñan en desprestigiar al Lobo Feroz no se han parado a pensar en la posible manipulación que se ha hecho de su figura, su actividad y su reacción ante una provocadora profesional como era la golfa de Caperucita.